Desde Humahuaca, un autor indígena muestra su creación y su obra para que el mundo conozca el pensamiento y la vida cotidiana en el extremo norte de Argentina.
02/05/2007
UN BALANCE EN NARANJA
Por Sixto Vazquez Zuleta ("ToQo"), Maestro rural, escritor, periodista, funcionario, profesor, asesor de instituciones culturales, restaurador de obras de arte, investigador, museologo, inventor. Continuamente recorre el país y el mundo dictando sus conferencias para Comunidades Indigenas, Universidades, Institutos Culturales, Establecimientos educativos y para todo aquel que lo solicite.
Fuente:
http://www.toqo.com.ar
En julio de 2003 en medio de actos y festejos, presencia presidencial incluida, la UNESCO declaraba a la Quebrada de Humahuaca, Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Paisaje Cultural. Este reconocimiento a su riqueza en bienes naturales y culturales a casi cuatro años no ha logrado en la provincia de Jujuy el tratamiento que requiere un conjunto de bienes como los citados. Siempre los jujeños consideraron a sus coloridas formaciones geológicas, a su fauna y a su flora como un regalo de la naturaleza, que permanecería ahí, para admiración de las generaciones presentes y futuras. Al parecer, se piensa que las fiestas, tradiciones, artesanías, costumbres, la forma de vida de los originarios permanecerán inmutables igual que las montañas. No se tiene en cuenta que, así como los bienes culturales tangibles son susceptibles de vandalismo, robo o deterioro, los intangibles son más vulnerables y corren peligro de perderse o deturparse.
El mayor establecimiento de altos estudios con que cuenta la provincia tampoco ha demostrado mayor interés en promover investigaciones sobre aspectos sociales, políticos o económicos de los bienes naturales y culturales. Los que sí captaron la importancia de la distinción fueron los inversores, quienes no tardaron en aprovechar la total ausencia de regulaciones en esta especie de tierra de nadie, así que la especulación inmobiliaria, la trampa legal y el mercantilismo más crudo se afincaron en la Quebrada de Humahuaca, con todas sus consecuencias: aumento de residuos, explotación desmedida de recursos no renovables, especialmente el agua, y el gradual reemplazo de la población autóctona por foránea, ya que los escasos puestos de trabajo son ocupados por los venidos de afuera, y el aborigen, sin tierra ni empleo, se ve obligado a emigrar. Alguien podría decir que en una economía de mercado, basada en la oferta y la demanda esto es normal e inevitable, pero se avizora un futuro no muy lejano en que se tenga que contratar “extras” para que efectúen las fiestas y se disfracen de collas para hacer las ceremonias a la Pachamama.
Es que en lo económico, el turismo atraído por el título, sólo beneficia a los grandes inversionistas y deja sólo algunas migajas para los lugareños. El visitante que llega al Patrimonio de la Humanidad, generalmente desde una vecina provincia, detentadora de un atractivo turístico al que no aporta nada para su mantenimiento, ignora el entramado que se mueve alrededor de su persona, y quizás se queja de los elevados precios, sin saber de algunos “tour conductores” extraprovinciales quienes con procedimientos extorsivos, precursores de una yakuza, exigen porcentajes a los propietarios de restaurantes, casas de regionales, hoteles y demás negocios vinculados directamente al turismo, los que a su vez trasladan las coimas a las cuentas que pasan a los turistas. Todos, hasta la misma UNESCO, reconocen que la falta de un Plan de Gestión es la causante de este estado de cosas, pero en casi cuatro años el Gobierno de la Provincia no ha mostrado voluntad de confeccionarlo y ha priorizado otros aspectos, al encargar a una consultora un plan de turismo pagado con fondos internacionales. Las comunidades indígenas tildan este proceder gubernamental de discriminación y ponen de ejemplo a un evento provincial como la Fiesta Nacional de los Estudiantes, gestionado por un Ente Autárquico Permanente creado y sostenido por el Gobierno de Jujuy, hasta con sede permanente y presupuesto, mientras que todo un Patrimonio de la Humanidad es un apéndice de la Secretaría de Turismo y Cultura, sin oficinas propias ni fondos y con personal adscrito de otras reparticiones. Esto está demostrando la torpeza del poder político actual para administrar algo tan delicado y vulnerable como la herencia cultural jujeña e inmediatamente trae a la memoria aquello de matar -por acción u omisión- a la gallina de los huevos de oro. Inclusive varios quebradeños manifiestan públicamente que si esto es ser Patrimonio de la Humanidad, es mejor que la UNESCO retire el título.
